Shawn McGuire, Oficial de Seguridad de semillas en la FAO
Cuando las comunidades están afectadas por crisis (ya sean causadas por desastres naturales, conflictos o tensiones crónicas), asegurar el acceso a semillas para la producción alimentaria es fundamental para la recuperación y la resiliencia comunitaria. Las evaluaciones de la seguridad de semillas (ESS) son decisivas para diseñar intervenciones relativas a semillas eficaces.
La ayuda con semillas, considerada desde hace tiempo como una manera eficaz en función de los costos de ayudar a los agricultores a recuperarse después de los desastres, ha sido un elemento constante en la respuesta humanitaria durante décadas. Las distribuciones de semillas a gran escala son comunes. Por ejemplo, recientemente la FAO implementó un plan para alcanzar a 1,2 millones de hogares en Sudán, de los cuales se han alcanzado un total de 520.000 hasta la fecha. Sin embargo, para el diseño de muchas actividades de ayuda con semillas se usan principalmente datos de inseguridad alimentaria. Un estudio mundial de la FAO reveló que el 90% de las intervenciones de ayuda con semillas entre 2005 y 2015 no estuvieron basadas en evaluaciones adaptadas y específicamente relativas a semillas.
La modalidad dominante de ayuda con semillas consiste en la distribución de semillas en especie. Sin embargo, depender de un solo enfoque para todos los casos no tiene en cuenta las complejidades de los sistemas de semillas locales y las necesidades diversas de los agricultores. La seguridad de semillas se distingue de la seguridad alimentaria: requiere un entendimiento de las dinámicas específicas de la disponibilidad, el acceso y la calidad de semillas que experimentan los agricultores y las comunidades. Las ESS ofrecen un enfoque matizado y basado en la evidencia, que examina la dinámica única de los sistemas de semillas en regiones específicas.[1] Por ejemplo, después de una crisis es posible que aún haya semillas disponibles, y puede que la limitación principal de los agricultores sea una falta de medios financieros o de otra índole para acceder a estas semillas. En tales situaciones, las distribuciones de semillas no responden a la limitación principal, que sería mejor abordada mediante enfoques de transferencias monetarias. En el peor de los casos, la distribución en especie puede causar daños indirectos a los mercados de semillas locales, lo cual a su vez causa impactos a más largo plazo.
Desde 2010, diferentes organismos han realizado ESS en más de 25 países, usando un marco que tiene en cuenta las necesidades de los grupos más vulnerables, como las personas internamente desplazadas y los hogares encabezados por mujeres. Estas evaluaciones proporcionan un análisis comprehensivo de diferentes sistemas de semillas (tanto formales como informales) de los que dependen los agricultores. Examinan las limitaciones específicas a las que se enfrentan los agricultores en el acceso a semillas y evalúan la manera en que las tensiones agudas y crónicas, como pueden ser las sequías o los trastornos del mercado, impactan sobre la seguridad de las semillas. Con estos datos, pueden desarrollarse respuestas a corto plazo y estrategias a más largo plazo, adaptándose para fortalecer la resiliencia entre las comunidades agrícolas.
Herramientas tales como la Guía para Profesionales de la FAO y las Evaluaciones de seguridad del Sistema de Semillas (SSSA, por sus siglas en inglés),[2] proporcionan enfoques estructurados para realizar ESS. Las Normas SEADS también destacan las ESS como paso previo crítico para guiar la manera en que se presta la asistencia, y cada vez más se reconoce la importancia de aplicar decisiones basadas en datos en la labor humanitaria. A pesar de esto, las ESS tienen lugar en muy contadas ocasiones.
Retos de las ESS para fortalecer la capacidad
Liderar una ESS es un proceso complejo, que requiere no solo conocimientos técnicos de los sistemas de semillas formales e informales, sino también destrezas de facilitación, pericia de análisis de datos, y una capacidad para traducir hallazgos en recomendaciones prácticas. Un obstáculo clave para el uso generalizado de ESS es la falta de expertos que tengan las destrezas y la experiencia práctica necesarias, y existe una necesidad urgente de fortalecer la capacidad mediante esfuerzos de capacitación específicos. Esto es especialmente fundamental en áreas como Yemen y Afganistán, donde la falta de personal cualificado limita la eficacia y la frecuencia de las evaluaciones de semillas.
Las ESS también están rodeadas de complejidades institucionales y financieras. Por ejemplo, algunos donantes requieren una ESS como condición para aprobar financiación, a fin de asegurar que las intervenciones de semillas estén basadas en evidencia sólida; otras, sin embargo, no la requieren. Esto puede llevar a discrepancias en cuanto a cómo y cuándo se financian y realizan las evaluaciones. Es más, la financiación de emergencia a corto plazo suele eclipsar la necesidad de estrategias de desarrollo a más largo plazo, que son esenciales para una recuperación agrícola sostenible.
Asegurar el futuro de la seguridad de semillas
Es esencial mejorar la capacidad para realizar ESS, y en la actualidad se está trabajando para abordar las brechas existentes. Por ejemplo, los proyectos de fortalecimiento de la capacidad, apoyados por organizaciones como la Oficina USAID para la Asistencia Humanitaria, buscan aumentar el número de especialistas capacitados en ESS. Estas iniciativas también promueven la colaboración entre organismos para realizar evaluaciones y asegurar que los hallazgos se apliquen a nivel de país, llevando a unas intervenciones más específicas y con mayor impacto.
El fortalecimiento de la capacidad no solo debe implicar formar a más especialistas sino también integrar enfoques basadas en datos y evidencia sobre otros temas contextuales, como el análisis de conflictos, en la respuesta humanitaria a nivel más amplio. Mediante plataformas como el Clúster mundial de Seguridad Alimentaria (gFSC), la FAO y otras ONG están trabajando para mejorar la coordinación, potenciar la comunicación y aumentar el uso de ESS en regiones afectadas por crisis. Para el Grupo de Trabajo para la Agricultura del gFSC, expandir la capacidad de ESS significa ampliar la capacidad para realizar evaluaciones en múltiples países, desarrollar recomendaciones prácticas y basadas en evidencia, y compartir estos hallazgos con todas las partes interesadas. Así es como construimos sistemas de semillas resilientes que pueden soportar tanto tensiones a corto plazo como retos a largo plazo.
Las ESS deben usarse más ampliamente para guiar una asistencia de semillas eficaz, y aumentar el número de expertos capacitados para liderar ESS puede ayudar en este aspecto. Sin embargo, también debemos abogar por una visión compartida entre gobiernos, donantes y organizaciones humanitarias, asegurando que las ESS sean priorizadas constantemente como parte de los esfuerzos de asistencia inmediata, además de los esfuerzos de fortalecimiento de la resiliencia a largo plazo. Estos actores deben estar implicados de manera más directa en las ESS y deben participar en su realización, tomar en cuenta sus hallazgos y hablar sobre las recomendaciones.
A medida que continuamos promoviendo el uso de ESS y expandimos las capacidades para realizarlas, debemos asegurarnos de que la ayuda con semillas continúe basándose en datos y centrándose en la recuperación y la resiliencia a largo plazo. Solo entonces podemos realmente garantizar el futuro de la seguridad de semillas en las zonas afectadas por crisis.
[1] Entre los 10 Principios rectores para las buenas prácticas de ayuda con semillas, el principio nº 1 es ‘realizar una evaluación específica de semillas’.
[2] Las evaluaciones basadas en SeedSystem (Sistema de Semillas) se llaman SSSA. Para simplificar, se usará el término ESS para referirse a ambos tipos de evaluaciones, que utilizan métodos muy parecidos.